domingo, 15 de noviembre de 2009

LOS PUEBLOS INDIGENAS FRENTE AL DESARROLLO SUSTENTABLE

Si bien los grandes organismos internacionales han mostrado su postura frente al desarrollo sustentable, existe una ultima vision que se integra como cosmovisión, mucho más profuna y trascendente. Aquella que integra a la Madre Tierra como creadora de la vida. Los pueblos indigenas frente a la continua problemática de esa economía, que corre velozmente guiada por ese fenómeno llamado globalización, han mostrado sus diferentes propuestas que incluyen su preocupación frente a la masiva destrucción de la Madre Tierra.

Los pueblos indígenas participaron en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible (CMDS) celebrada en Johannesburgo en el 2002 con más de 300 delegados, articulados por el Foro Indígena Internacional sobre Biodiversidad y otras organizaciones quienes realizaron en los días previos a la Cumbre Mundial su propia Cumbre, aprobando la Declaración de Kimberly como su plataforma ante los asuntos del evento mundial.

La reunión de Kimberly y la presencia indígena en la CMDS son el resultado de la madurez con la que el movimiento indígena ha venido procesando el debate internacional sobre el desarrollo, pero también son un hito en el proceso de articulación de este movimiento como un actor relevante del mundo globalizado, dando continuidad a la acumulación orgánica y programática con que los pueblos indígenas han venido abriendo espacios propios en otros escenarios en los que han plasmado sus demandas y reivindicaciones, tales como la Conferencia Mundial contra el Racismo, celebrada en Durban en septiembre del 2001.
  • Cosmovisión indígena del desarrollo sostenible
En la cosmovisión indígena, cada pueblo, cada cultura, es el espejo del mundo natural en el que vive. La diversidad cultural es el espejo de la diversidad natural. La obra de la Creación es la unidad de la diversidad, donde coexisten todas las vidas en un equilibrio armónico. Cada vez que se arrasa un bosque, se violenta una forma de vida, se pierde una lengua, se corta una forma de civilización, se comete un genocidio.

Por milenios, los pueblos indígenas han aprendido de la naturaleza a vivir en armonía con todos sus elementos constitutivos. La tierra no les pertenece, son parte de ella y de los equilibrios que hacen posible la vida en su seno. Los valores sobre los que los pueblos indígenas han construido sus complejos sistemas de relación se fundan en la cooperación y la reciprocidad en la vida comunitaria y la responsabilidad individual; en la autoridad de los ancianos y en la relación con sus ancestros; en la comunicación y la responsabilidad intergeneracional; en el derecho colectivo a la tierra, el territorio y los recursos; en la austeridad y la autosuficiencia de sus formas de producción y consumo; en la escala local y la prioridad de los recursos naturales locales en la búsqueda y construcción de su bienestar.

La relación de los pueblos con sus tierras y recursos es un elemento esencial del derecho a la libre determinación, como lo atestiguan los Pactos internacionales de derechos humanos: "Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio de beneficio recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia." En el caso de los pueblos indígenas, esta realidad es aún más importante por cuanto que el territorio es para ellos fuente de identidad cultural, de conocimientos y de espiritualidad y se relaciona estrechamente con su supervivencia. Por otro lado, no resulta casual que las regiones más prístinas, es decir, aquellas donde la riqueza natural ha permanecido a salvo de la depredación provocada por la sobre-explotación de sus recursos, coincidan admirablemente con territorios indígenas.

Estas vastas y complejas relaciones explican la naturaleza ética, espiritual y sagrada del vínculo de los pueblos indígenas con toda la obra de la creación y, por eso, son inviolables. Así lo han entendido los pueblos indígenas a través de los siglos y así pareció entenderlo la comunidad de naciones hace 10 años en Río, al reconocer la interconexión y dependencia recíproca de todos los elementos que hacen posible la sostenibilidad del desarrollo y la vida.

La Cumbre de Río fue un pacto ético y político para redistribuir el poder, los recursos y las oportunidades entre los países y al interior de ellos. Hace 10 años se hizo un pacto por el desarrollo y la equidad. Hoy, que el concepto de seguridad parece haber sustituido a estos valores, colocando a la diversidad como su principal amenaza, los pueblos indígenas comparten la impotencia del resto de la humanidad denunciando que la seguridad no puede ser el pretexto para la agresión, ni la guerra puede continuar siendo la locomotora de la economía y el conocimiento en desmedro de los equilibrios que hacen posible la vida en el planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario