domingo, 15 de noviembre de 2009

PLAN DE APLICACIÓN DE DESARROLLO SOSTENIBLE DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS


Los representantes de los Pueblos Indígenas presentes en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible (CMDS), realizada en el 2002, definieron el Plan de Aplicación para la próxima década, basado en la Declaración de Kimberley, como parte de su contribución para conseguir la sostenibilidad humana y ambiental en el mundo.

El Plan de Aplicación refleja el sentimiento y el pensamiento de los Pueblos Indígenas como guardianes tradicionales de la Madre Tierra que, durante milenios, han conservado y mejorado sus sociedades de manera sostenible.

¿Qué es la Declaración Kimberly?

Relizada en la Cumbre Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Desarrollo Sosteniblerritorio en Kimberley, Sudáfrica, 20-23 de agosto de 2002.

" Nosotros, los Pueblos Indígenas del Mundo aquí reunidos reafirmamos la Declaración de Kari-Oca y la Carta de la Tierra de los Pueblos Indígenas.

Desde 1992, los ecosistemas de la Tierra están siendo arrasados por el cambio. Estamos en medio de una crisis. Estamos en una espiral acelerada de cambio climático que no resistirá la codicia insostenible.

Hoy reafirmamos nuestra relación con la Madre Tierra y nuestra responsabilidad con las generaciones futuras de mantener la paz, la equidad y la justicia. Reafirmamos nuevamente nuestras declaraciones previas sobre sostenibilidad humana y ambiental.* Continuamos insistiendo en los compromisos que se hicieron en la Cumbre de la Tierra, como queda reflejado en esta Declaración Política y en el Plan de Acción que la acompaña. Los compromisos adquiridos con los Pueblos Indígenas en la Agenda 21, incluida nuestra participación plena y efectiva, no han sido llevados a la práctica debido a la falta de voluntad política.

Como pueblos, reafirmamos nuestro derecho a la autodeterminación y a poseer, controlar y manejar nuestras tierras y territorios ancestrales, aguas y otros recursos. Nuestras tierras y territorios son la base de nuestra existencia - somos la tierra y la tierra es nosotros; tenemos una relación especial, espiritual y material con nuestras tierras y territorios, que están íntimamente unidos a nuestra supervivencia, y a la preservación y mayor desarrollo de nuestros sistemas de conocimiento y nuestras culturas, a la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y al manejo de los ecosistemas.

Tenemos derecho a definir y establecer prioridades y estrategias para nuestro autodesarrollo y el uso de nuestras tierras, territorios y otros recursos. Exigimos que se obtenga nuestro libre consentimiento fundamentado previo antes de la aprobación de cualquier proyecto que afecte a nuestras tierras, territorios y otros recursos.

Nosotros somos los pueblos originarios ligados a la tierra por nuestros cordones umbilicales y los restos de nuestros antepasados(..) nuestros sistemas de conocimiento tradicional deben ser respetados, promovidos y protegidos, y deben garantizarse y asegurarse nuestros derechos colectivos de propiedad intelectual.

La globalización económica constituye uno de los principales obstáculos para el reconocimiento de los derechos de los Pueblos Indígenas. Las corporaciones internacionales y los países industrializados imponen su agenda global a las negociaciones y acuerdos del sistema de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y a otros organismos, limitando los derechos consagrados en las constituciones nacionales y en los Convenios y acuerdos internacionales. La extracción insostenible, la recolección, los modelos de producción y consumo han llevado al cambio climático, la contaminación generalizada y la destrucción del medio ambiente, expulsándonos de nuestras tierras, con el resultado de enormes niveles de pobreza y enfermedad.

Nosotros tenemos la responsabilidad de defender las tierras y comunidades indígenas de la explotación de los gobiernos, las agencias de desarrollo, la empresa privada, las ONG y los particulares. Los Pueblos Indígenas no somos objetos de desarrollo turístico. Somos participantes activos con derechos y responsabilidades hacia nuestros territorios, así como en el proceso de planificación, ejecución y evaluación del turismo.

Reconociendo el papel esencial que el pastoralismo, la caza (...) reafirmamos el derecho de nuestros pueblos, naciones y comunidades, nuestras mujeres, hombres, ancianos y jóvenes al bienestar físico, mental, social y espiritual.

Estamos decididos a asegurar la participación igualitaria de todos los Pueblos Indígenas del mundo en todos los aspectos de la planificación para un futuro sostenible, incluyendo a las mujeres, hombres, ancianos y jóvenes. El acceso igualitario a los recursos es un requisito para conseguir dicha participación.

Pedimos a las Naciones Unidas que promuevan el respeto al reconocimiento, la observancia y el cumplimiento de los tratados, (...) de acuerdo con su espíritu e intención originales, y que hagan que los Estados honren y respeten esos tratados, acuerdos y arreglos constructivos.

Estamos dispuestos a establecer asociaciones con las agencias internacionales, los gobiernos, el sector privado y las corporaciones, para conseguir la sostenibilidad humana y ambiental, siempre que esas asociaciones se establezcan de acuerdo con los siguientes principios: honestidad, transparencia y buena fé; libre consentimiento fundamentado previo del pueblo afectado; respeto y reconocimiento de nuestras culturas, idiomas y creencias espirituales; y nuestros derechos a la tierra y a la autodeterminación.

Damos la bienvenida al establecimiento del Foro Permanente sobre las Cuestiones Indígenas y pedimos a las Naciones Unidas que aseguren todo el apoyo político, financiero e institucional necesario para que pueda funcionar de forma efectiva de acuerdo con su mandato, tal y como se contiene en la Resolución E/2000/22 del Consejo Económico y Social..."

Esta participación marcó la pauta del reconocimiento de la labor de los pueblos indígenas en su constante búsqueda por el bienestar de su comunidad y de la Madre Tierra, como espacio y como ser que alberga la vida.

LOS PUEBLOS INDIGENAS FRENTE AL DESARROLLO SUSTENTABLE

Si bien los grandes organismos internacionales han mostrado su postura frente al desarrollo sustentable, existe una ultima vision que se integra como cosmovisión, mucho más profuna y trascendente. Aquella que integra a la Madre Tierra como creadora de la vida. Los pueblos indigenas frente a la continua problemática de esa economía, que corre velozmente guiada por ese fenómeno llamado globalización, han mostrado sus diferentes propuestas que incluyen su preocupación frente a la masiva destrucción de la Madre Tierra.

Los pueblos indígenas participaron en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible (CMDS) celebrada en Johannesburgo en el 2002 con más de 300 delegados, articulados por el Foro Indígena Internacional sobre Biodiversidad y otras organizaciones quienes realizaron en los días previos a la Cumbre Mundial su propia Cumbre, aprobando la Declaración de Kimberly como su plataforma ante los asuntos del evento mundial.

La reunión de Kimberly y la presencia indígena en la CMDS son el resultado de la madurez con la que el movimiento indígena ha venido procesando el debate internacional sobre el desarrollo, pero también son un hito en el proceso de articulación de este movimiento como un actor relevante del mundo globalizado, dando continuidad a la acumulación orgánica y programática con que los pueblos indígenas han venido abriendo espacios propios en otros escenarios en los que han plasmado sus demandas y reivindicaciones, tales como la Conferencia Mundial contra el Racismo, celebrada en Durban en septiembre del 2001.
  • Cosmovisión indígena del desarrollo sostenible
En la cosmovisión indígena, cada pueblo, cada cultura, es el espejo del mundo natural en el que vive. La diversidad cultural es el espejo de la diversidad natural. La obra de la Creación es la unidad de la diversidad, donde coexisten todas las vidas en un equilibrio armónico. Cada vez que se arrasa un bosque, se violenta una forma de vida, se pierde una lengua, se corta una forma de civilización, se comete un genocidio.

Por milenios, los pueblos indígenas han aprendido de la naturaleza a vivir en armonía con todos sus elementos constitutivos. La tierra no les pertenece, son parte de ella y de los equilibrios que hacen posible la vida en su seno. Los valores sobre los que los pueblos indígenas han construido sus complejos sistemas de relación se fundan en la cooperación y la reciprocidad en la vida comunitaria y la responsabilidad individual; en la autoridad de los ancianos y en la relación con sus ancestros; en la comunicación y la responsabilidad intergeneracional; en el derecho colectivo a la tierra, el territorio y los recursos; en la austeridad y la autosuficiencia de sus formas de producción y consumo; en la escala local y la prioridad de los recursos naturales locales en la búsqueda y construcción de su bienestar.

La relación de los pueblos con sus tierras y recursos es un elemento esencial del derecho a la libre determinación, como lo atestiguan los Pactos internacionales de derechos humanos: "Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio de beneficio recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia." En el caso de los pueblos indígenas, esta realidad es aún más importante por cuanto que el territorio es para ellos fuente de identidad cultural, de conocimientos y de espiritualidad y se relaciona estrechamente con su supervivencia. Por otro lado, no resulta casual que las regiones más prístinas, es decir, aquellas donde la riqueza natural ha permanecido a salvo de la depredación provocada por la sobre-explotación de sus recursos, coincidan admirablemente con territorios indígenas.

Estas vastas y complejas relaciones explican la naturaleza ética, espiritual y sagrada del vínculo de los pueblos indígenas con toda la obra de la creación y, por eso, son inviolables. Así lo han entendido los pueblos indígenas a través de los siglos y así pareció entenderlo la comunidad de naciones hace 10 años en Río, al reconocer la interconexión y dependencia recíproca de todos los elementos que hacen posible la sostenibilidad del desarrollo y la vida.

La Cumbre de Río fue un pacto ético y político para redistribuir el poder, los recursos y las oportunidades entre los países y al interior de ellos. Hace 10 años se hizo un pacto por el desarrollo y la equidad. Hoy, que el concepto de seguridad parece haber sustituido a estos valores, colocando a la diversidad como su principal amenaza, los pueblos indígenas comparten la impotencia del resto de la humanidad denunciando que la seguridad no puede ser el pretexto para la agresión, ni la guerra puede continuar siendo la locomotora de la economía y el conocimiento en desmedro de los equilibrios que hacen posible la vida en el planeta.